El otro día me mandaron hacer un relato con estas palabras: La subida de la luz, un chupete, un disco de los Beatles y Cristiano Ronaldo.
Esto he hecho:
Sus dedos, pegajosos y llenos de grasa le impedían pasar a
la siguiente página del periódico. Tras varios intentos desistió. Tampoco
quería seguir leyendo más. La noticia que acababa de leer sobre la subida de la
luz impuesta por el ministro Soria le hartó de tal manera que dejó a medias el
café pero no el orujo de hierbas. Hijos de puta, pensó. Tiró el periódico a la barra, de mala gana
ante la curiosa mirada de una bella camarera. Pagó, dejó propina y salió del
bar, directo a la fábrica. El trayecto entre el bar y su trabajo son diez
minutos. Más que suficientes para pensar en la hipoteca, los últimos despidos y la próxima huelga, los
libros de Nico y los chupetes de Alejandra. Hijos de puta, repitió susurrando
antes de ponerse manos a la obra y aparcar los problemas personales. No sabía
muy bien a quien iba dirigido ese insulto. Políticos, banqueros, sus jefes,
sindicatos, especuladores... Esa gente que mira a los de abajo como nos miran
Los Beatles en la portada del álbum azul; desde un lugar que los comunes nunca
pisaremos. Tampoco cree en Dios y ni si quiera obtiene el consuelo que te da el
rezo. También pensó que hoy jugaba su equipo. “Siempre nos quedará Cristiano
Ronaldo”, suspiró. Sabe perfectamente que el fútbol es artificial. Sabe que es
mero circo. Pero no puede controlarlo. Su amor por este deporte y por el Real
Madrid es instinto. Cuando los de blanco empiezan a mover la pelota los
problemas no existen. No hay opio como ver jugar a Ronaldo. No existe hipoteca.
No existe trabajo precario. No existen lágrimas de sus hijos ni tristeza de su
mujer. Sólo alegría. Solamente ilusión inocente. Es curioso lo que el fútbol es
capaz de dar a las personas. Después de la experiencia que le han dado los
años, puede afirmar que sólo hay un Dios para él. Nació en San Antonio do
Funchal y lleva el número 7 en el Real Madrid.
John Lennon - Working class hero